jueves, 2 de octubre de 2014

Los Miserables

Definitivamente se a convertido en mi libro favorito. 

Estoy terminando de leerlo y siento el corazón oprimido. 

Victor Hugo imprime en esta obra miles de sentimientos... Miles de personajes... 

Los hombres honestos y humildes; incapaces de ver que las culpas del pasado se perdonan con los buenos actos del presente.
La duda, después de interminables horas de rondar sin rumbo, de analizar todos los punto y de vagar por temas irrelevantes, de preguntarse como se llego a ellos, de regresar a la duda.
Los miserables que pasan horas mirando el escaparate de una pastelería con la impotencia de no saber como ayudar a los suyos.
El dolor tan profundo que solo el que ve en las tinieblas puede ver.

Victor Hugo crea a un hombre de carne y hueso que te llena el alma.

Lo comprendes cuando roba un pedazo de pan para sus sobrinos.
Lo juzgas cuando roba a quien le da cobija y alimento.
Lo aborreces cuando le quita a un niño pequeño su única moneda.
Lo admiras por su fuerza, su inteligencia y su bondad.
Lo amas por quitar de las manos heladas de una niña el cubo de agua que ya no puede seguir cargando. 
Lo odias por no confesar sus buenas obras y condenarse a si mismo...
Si. Un personaje que te llena de sentimientos. 

Por otro lado, Victor Hugo se refleja a si mismo en esta obra. Imprime en ella sus pensamientos políticos y sociales. Te lleva a caminar junto a el las calles de Paris en aquellas épocas de guerra, escondiéndonos detrás de postes de las balas de los enemigos de la república, viendo de reojo a Mario llorar por su amada y de frente a Gravroche cantando canciones de guerra.

Finalmente esta el Obispo Myriel. 
Este hombre y sus candelabros de plata me van a acompañar toda mi vida, al igual que acompañaron a Juan Valjean. 

Siempre recordándome que un simple acto de bondad puede cambiar el rumbo de la historia.

Coco MonLori  ❤

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